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A medida que avanza el uso de la computación en la nube los proveedores están evolucionando la tecnología de sus centros de datos para lograr la máxima eficiencia energética. Esto les permite reducir al mínimo los costes, lo que no solo les permite ofrecer servicios más competitivos en precio, sino reducir el impacto ambiental de sus operaciones. Así, este tipo de instalaciones resultan mucho más ecológicas que los centros de datos convencionales, por lo que los expertos anticipan que la adopción de la nube permitirá recudir mucho las emisiones de carbono en el futuro.

Una investigación reciente de la consultora IDC indica que, en los próximos cuatro años, la adopción masiva de la computación en la nube va a permitir reducir las emisiones de dióxido de carbono generadas por los centros de datos en unos 1.000 millones de toneladas métricas, como mínimo. Para realizar este pronóstico los expertos han evaluado el consumo energético y el equivalente de emisiones de carbono de los centros de datos de la nube y de los que no pertenecen a la nube.

La conclusión es que los proveedores de la nube y los proveedores de centros de datos a hiperescala que les dan cobertura en muchas ubicaciones pueden invertir en sistemas de alimentación y de refrigeración más eficientes, y también están usando arquitecturas TI de altísima eficiencia. A esto se suma que en determinadas regiones clave estas compañías están cambiando su modelo de consumo hacia las energías renovables, lo que tiene un impacto decisivo en la huella de carbono.

Otro factor a tener en cuenta es que la generación de dióxido de carbono por cada kilovatio de energía es muy distinta de una región a otra. Así, dado que Asia Pacífico cuenta con muchas centrales térmicas de carbón para abastecer de energía, el gran crecimiento de la nube en los próximos cuatro años hará que los proveedores cloud de la región logren representar el 50% del ahorro de emisiones de CO₂. Mientras tanto, EMEA logrará ahorrar el 10% del total, gracias a la transición de los centros de datos a energías renovables.

Los investigadores de IDC explican que, además otra forma que tienen los proveedores de computación en la nube para de reducir las emisiones es aprovechar la gran ubicuidad de sus servicios, lo que les permite trasladar cargas de trabajo a otras regiones más ventajosas en este sentido, según sea necesario, por ejemplo, aprovechando picos de generación de energía eólica o solar en ciertas localizaciones.

En este informe se incluyen límites superiores e inferiores para las previsiones de reducción de emisiones gracias a la computación en la nube, según las cuales, la generación de CO₂ podría disminuir en los próximos cuatro años entre 629 millones de toneladas métricas y 1.600 millones. Pero este objetivo tan ambicioso solo se lograría si todos los centros de datos en uso en 2024 estuvieran diseñados para garantizar la máxima sostenibilidad. Dado que las estimaciones más realistas para ese año reducen el porcentaje a un 60% de todos los centros de datos operativos, el volumen resultante sería el de esos más probables 1.000 millones de toneladas métricas de CO₂.

Como comenta Cushing Anderson, vicepresidente de programas de IDC, “la idea de una TI verde ha existido durante años, pero el impacto directo de la computación a hiperescala puede tener en las emisiones de CO₂ está recibiendo una mayor atención de los clientes, reguladores e inversores, y está comenzando a influir en las decisiones de compra. Para algunos, volverse neutral en carbono se logrará mediante compensaciones de carbono, pero diseñar centros de datos desde cero para que sean carbono neutral será la medida real de contribución. Y para los proveedores de nube avanzados, la combinación de las cargas de trabajo con la disponibilidad de energía renovable se acelerará aún más sus objetivos de sostenibilidad”.

Fuente: IT User